A veces decimos que es fácil hablar en retrospectiva. Y estoy de acuerdo, a veces esa afirmación es bastante simplista. Como investigador, con las zonas de conflicto y crisis como campo de trabajo, me he familiarizado con la incertidumbre y el caos, con enfrentarme a peligros de vez en cuando. He conseguido resistir en algunas de las regiones más inestables de nuestro planeta. Sin embargo, el enemigo con el que me encontré hace 333 días era uno para el que nunca estuve preparado. Este enemigo invisible en la tierra de los ciegos, me arrebató de mis líneas de frente familiares y me colocó en una completamente diferente: 333 días en una línea de frente desconocida. Perdido en el caos Allí yacía yo, en cuidados intensivos, a un mundo de distancia de los lugares donde una vez investigué e informé. En ese momento, los recuerdos del caos y la violencia de la última década parecían aún más lejanos. Acababa de hacerle a mytje la señal de OK de los buzos y recibí una de vuelta de ella, lo que significaba que podía verme y que yo seguía allí. Tenía las manos atadas a la cama con unas suaves "esposas", una manguera en la garganta