La escasez en Venezuela empieza a adquirir proporciones extremas. Además de que las estanterías de los comercios están cada vez más vacías, el precio de lo que aún hay es cada vez más alto, la producción está paralizada en muchas zonas debido a la escasez de materias primas. ¿Una solución? Aún no está a la vista.
El cartel de "No hay" o "Ninguno" sigue delante del surtidor mientras paso por delante de la larga cola que hay frente a la gasolinera. Tienen suerte porque ha llegado un camión cisterna con gasolina, pero tendrán que armarse de paciencia durante unas horas hasta que consigan superar la cola. Supongo que dejan colgado el cartel de "no hay heno" por comodidad, porque después de hoy, podría pasar algún tiempo hasta que llegue el próximo camión.
Tras una hora conduciendo por la carretera llena de baches, me encuentro con el siguiente atasco que, afortunadamente, puedo sortear fácilmente con la moto hasta que me detiene el motivo del atasco. La carretera está bloqueada con troncos y ramas de árboles, detrás de las ramas grupos de jóvenes y mayores protestan porque hace tiempo que no tienen agua en su pueblo, "no hay". Cuando la Guardia Nacional pone fin a la manifestación después de media hora, continúo mi camino.
A ambos lados de la carretera, grandes hoteles permanecen vacíos y derruidos como pequeñas ciudades fantasma. Se muestran como piedras conmemorativas que ayudan a recordar los días de los turistas que una vez estuvieron allí pero que ahora evitan Venezuela o no pueden entrar en el país por falta de aviones. Después de todo, dudo que debiera haber repostado antes porque hasta ahora no he encontrado ninguna gasolinera en funcionamiento. Me detengo en un pequeño restaurante familiar alternativo a un lado de la carretera, no pido el menú porque debido a la escasez de productos, ninguno de los comedores y restaurantes maneja ya un menú. La comida del día es pollo con arroz y frijoles integrales.
Hace tiempo que apenas se venden coches y motos nuevos y el precio de los usados se ha triplicado en pocos meses, superando en algunos casos el precio original de nuevo. El suministro de piezas está casi paralizado y cada vez hay más coches parados en la carretera debido a esa escasez. Las colas para acceder a los cada vez más escasos puestos de venta de baterías son cada vez más largas.
La construcción está paralizada y, allí donde aún se construye, es cada vez más difícil conseguir materiales de construcción; cuando se tiene suerte, hay que pagar mucho dinero y, para el hombre y la mujer normales, ese dinero es prohibitivo.
El salario mínimo de un venezolano que tiene trabajo es de 4050 bolívares. Con el tipo de cambio oficial, esto equivale a algo menos de 400 euros al mes; con el tipo del mercado negro, donde el euro no vale 11 bolívares, sino 108 bolívares, esto equivale a 40 euros al mes.
Pero con 4050 bolívares hay que conformarse. Recientemente, el gobierno aumentó el salario mínimo en 30% sin embargo, desde entonces, algunos precios han subido hasta 300%.
Cuando entro en un supermercado, la mayoría de las veces veo estanterías vacías o pasillos llenos de estanterías con los mismos productos. Aquí no encuentro café, leche, agua ni aceite. Para eso, tengo que buscar un lugar sin un cartel de "No hay" y, probablemente, otra larga cola.